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martes, 20 de mayo de 2008

Elusiva Inspirancia

Muy bien, ésta va a ser la primera vez que posteo algo para Chucho (Por que la primera no cuenta). Mis amigos chuchos ya han puesto algo, menos AdS por motivos desconocidos, y pues no quiero quedarme atrás. Debo advertirle, lector, que la siguiente entrada debe leerla con sumo cuidado… No vaya a ser que se me venga ofendiendo.

Bueno, aquí va…

Hace unos días, estaba yo sentado, como siempre, en la incómoda silla de mi recamara, aquella fea silla que cruje aunque nadie esté sentado en ella, y me encontraba esperando a que algo de divina inspiración me llegara al cacumen. Usualmente, invoco a las fuerzas del mal escuchando algo de música que me ayude a centrarme en la situación. Sin embargo, y para mi sorpresa, lo único que sentí fueron unas intensas ganas de visitar el retrete.

Sí, así es, lector, al baño.

Entonces, estaba yo ahí, ocupado atendiendo mis asuntos (Que no creo que les interese mucho saber… puedo especificar, sin embargo) Y entonces me llegó una Epifanía muy cabrona (Una epifanía, lector, es la manifestación de un fenómeno milagroso… O más simple, algo así como una visión) Vislumbre, ante los azulejos rosados del baño, la respuesta a la gran incógnita literaria que no podía superar antes de que mi colon se disparara. Termine de hacer mis asuntos, corrí a la computadora y, cual impresora, plasmé la idea con gran satisfacción.

El día de hoy, después de pensarlo mucho, llegue a una cruda realidad: Cada que estoy a punto de inspirarme, me dan ganas de ir al baño (¿Sera por eso que mi mamá dice que tengo mierda en la cabeza?) Y desgraciadamente, es un hecho comprobado. Me puse a pensar en que es una gran verdad, cada que quiero escribir, es un ritual visitar el gran trono, desaguar o tirar el topo, y de ahí pa’l real, nada me detiene al escribir. Llámenme como quieran, pero es la verdad.

Pero, dígame, lector, ¿Apoco no el baño es el mejor lugar de la casa? Mientras que la toalla es el utensilio más versátil del universo, el baño es la habitación más agradable. ¿Sera porqué es un lugar donde podemos relajarnos? O que, no me negara que estando ahí ocupado con sus asuntos, no sé pone a pensar en “algo”. (Nada de cochinadas, debo recalcar) ¿Apoco no han notado que mientras están ahí se conectan con su cerebro? Si jamás le ha dado uso a su cerebro, trate, funciona.

Recuerdo que alguna vez vi esta película de un tipo que quería escribir un libro (Primera pedrada que recibí) pero que siempre se distraía con meras estupideces (Segunda pedrada que recibí) Y al final, harto de todo, se encerró en el baño con su laptop y, mágicamente, termino su libro ahí. Claro, al poco tiempo llegó un psicópata y lo mató... Un crudo final…

Muchas veces necesitamos algo de inspiración para hacer muchas cosas, no necesariamente literarias como es mi caso. La inspiración, así mismo, puede ser interpretada como la idea, la imagen del resultado y el proceso. Muchas personas tienen distintas formas de inspirarse, unas usan drogas, otros van a lugares como parques, otros escuchan música, y muchos más van al baño. (Esta última es la más efectiva, pues no sólo funciona, si no que es bueno para la salud)

Verga, basta con mencionar un ejemplo simple y clásico: Arquímedes. Matemático griego, descubrió que se podía calcular la densidad de cualquier cuerpo midiendo el volumen de agua desplazada cuando el cuerpo es sumergido en agua. Esto, para quien no lo sepa, lo descubrió cuando se metió a su bañera para darse un baño. (Supuestamente, del asombro, Arquímedes salió corriendo a la calle desnudo gritando “Eureka”… No hay que llegar a esos extremos, lector) Claro, claro, Arquímedes no fue al baño en busca de una respuesta, el pobre hombre sólo quería bañarse. Sin embargo, el fin es el mismo: En el baño, literalmente, defecas ingenio (Asquerosito ingenio).

Escribo esto porque, no sé, estoy muy feliz, les cuento, les cuento. Estoy escribiendo un libro, eso es noticia vieja, pero llegue a un punto donde me trabé muy ojetemente. Sabía a la perfección que seguía, lo que no sabía era cómo ponerlo. Si eso no fuera suficiente, llegó la Obra de Textos Literarios (Ahora, no culpo a esto, pues de hecho yo me ofrecí a escribirla). Rápidamente la obra salió sin pedos (¡Ea!) y, aunque algunos critiquen el final (Algunos, algo así como nomas uno) aclaro que no, no la termine por terminar, yo quería que así fuera desde un inicio…

¡En fin! Resulta que me puse a pensar: “¡Que chingados! Pude escribir una obra sin pedos, pero, ¿Algo que me gusta no? ¡Qué onda!” Entonces, determinado, quise seguir escribiendo mi libro. Pura madre, nel. La inspiración de cómo hacerlo nunca llegó. Desilusionado, cerré el documento y pase al baño (Sí, seguimos hablando de eso) Y pues no sé, estando ahí se me ocurrió como hacerlo, una manera inteligente de hacerlo. Regrese alegre, abrí el documento y, no sólo lo logré, si no que avancé hasta donde quería y escribí las, hasta ahora, mejores líneas de lo que va del libro. ¿Qué hubiera pasado en caso contrario? Quizás exactamente lo mismo, pero de menor calidad y no estaría tan feliz como estoy ahorita.

Ahora bien, tomar un baño igual ayuda pero ¿Apoco no, lector, es más divertido hablar del trono? En fin, lo único que estoy tratando decir aquí es que la inspiración es exactamente como el arte de ir al baño… Si no sale por sí sola, hay que pujar tantito. (Y de igual manera, se siente muy bien cuando sale)

Eso es todo chuchos… Ahora, si me disculpan, voy a atender asuntos de la naturaleza.

Adiu…


(Por cierto, faltan sólo cinco días para el Día de la Toalla (Es el 25 de Mayo))

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